ARCANO XIX
LA REUNIÓN DE LOS GEMELOS, EL SOL EL AMANECER,
LA INSPIRACIÓN
LA INSPIRACIÓN
Después de pasar por tortuosos obstáculos de pruebas, padecimientos y sacrificios, en su largo recorrido, el adepto logra el alumbramiento o nacimiento de su Sol interior. Antes de superar las pruebas del tránsito lunar, el adepto no era merecedor de recibir el esplendor del sol que nace en el hombre nuevo. Precisamente este resplandor se manifiesta exclusivamente en seres probados en la azarosa lucha y el trabajo incansable y tenaz, quienes como eternos caminantes han enfrentado y vencido en las miles batallas que la vida le presenta a su paso. Se sucede en él el surgimiento pleno de la Luz que devela los profundos Misterios de la vida y del cosmos, a la cual Christian (1870) define como el “fluido temible puesto por la Naturaleza al servicio de la Voluntad… ilumina a aquellos que saben dirigirla, y aniquila a aquellos que ignoran su poder” (p. 56). En consecuencia, se enciende internamente el esplendor de una espiritualidad y de un despertar que en lugar de mover al adepto a renunciar a la vida, sabe reunir en él la danza de los mundos y conectarlo a diferentes planos de manera sincronizada. Mientras la luz de la Luna se da prestada, indirecta y reflejada, la del Sol, en contraste, se genera con una fuerza que todo lo penetra. Sólo de esta forma, se derrama la luz resplandeciente que inspira y permite ver muchas verdades veladas, Iluminando las sombras, las dudas, la inconciencia; aclarando contradicciones; sirviendo de fuente a todo saber, integrando al ying con el yang, el mercurio con el azufre, uniendo los contrarios.
El resplandor de su Sol o chispa divina produce un acontecimiento de tal naturaleza en la vida del adepto, en su corazón y en su mente, que para él es como si se abriera un portal, un valle, un jardín o un lugar separado, sagrado y mágico, lejos de la desordenada casa, en el que sin embargo participa de lo terrestre y de lo celeste. Dicha llama o sol resplandeciente, se presenta en forma de una danza o elevado intercambio semejante al de dos seres tan evolucionados que son simbolizados, en las cartas del tarot, por dos niños muy afines, semidesnudos, agarrados de las manos y jugando o danzando acompasados por una melodía cósmica. Los dos niños descriptos, mostrados en algunas cartas con diferente sexo y en otras como varones, reciben, conjuntamente con la irradiación solar, una lluvia de oro por lo cual bien pueden ser relacionados con los arquetípicos hermanos Castor y Pólux, posicionados en la constelación de Géminis, es decir, con el mito de los eternos gemelos. Cástor era originalmente de origen mortal mientras Pólux era hijo del dios Zeus. La importancia de la destacada presencia de los dioses mellizos en la mayoría de las mitologías y cosmogonías de casi todas las civilizaciones, permite avizorar parcialmente uno de los significados que yace escondido en el décimo noveno arcano del tarot. Cabe recordar que en Egipto se reverenciaba a los gemelos primordiales Shu y Tefnut, hijos de Ra, quienes bajo la forma de un león y una leona custodiaban el horizonte al occidente y al oriente. En Tebas los héroes mellizos eran Anfión y Zeto, mientras en el panteón romano se encuentran Rómulo y Remo y los Asvins fueron los gemelos de los vedas. Por su parte, en el libro sagrado de los mayas, conocido como Popol-Vuh, se refiere a los hijos gemelos de Sabná, padre de todos los dioses, quienes tuvieron que bajar hasta Xilán para crear al hombre con diferentes materiales. En todos estos casos es evidente que de una forma o de otra los dioses gemelos se presentan majestuosos participando de manera determinante en el drama humano. Por tanto, no es de extrañar que dominen la iconografía de esta carta al mostrarse no sólo como dos mellizos cumpliendo cada quien su rol protagónico sino en un enlace o connubio de naturaleza primordial y cósmica tal que el autor de este trabajo ha querido acentuar lo más adecuadamente al asignarle el título de “La reunión de los gemelos”
De igual forma, la metáfora, explicita en este arcano, de los niños gemelos refiere a las bodas alquímicas, así como a la reconciliación de dos eternos combatientes. Ejemplifica el encuentro definitivo entre los opuestos que unen sinérgicamente sus condiciones originales para formar un dipolo armonioso, es decir, dos fuerzas de signo o polaridad contraria que, no obstante haber mantenido todos sus atributos, permanecen unidos como lo están los polos en una dinamo o en un imán. Allí funcionan indisolublemente juntos como dos niños alegres, disfrutando bajo el manto del sol el enamoramiento con la vida y la refulgencia del espíritu, por tanto, profundamente hermanados, necesitado uno del otro, inseparables, contentos y felices tal como los muestran numerosas cartas del tarot marsellés, el de Paul Christian, el Misterioso Tarot Egipcio de Novosibirsk, el del Conde de Gebelin y muchos otros.
Los gemelos se fusionan en el Tarot de Rider - Waite al mostrarnos solamente a un niño alegre con un estandarte rojo montando un brioso caballo blanco. En este sentido, Vázquez Jiménez (2000) le atribuye a Waite el haber recurrido, para este arcano décimo noveno, a la representación nórdica y céltica del dios Heimdal, dios de la luz, que también es ilustrado en su iconografía por un portentoso joven montado a caballo. No es gratuita o alegre esta fusión presentada en el tarot Rider porque Waite era un avezado Maestro que sabía que el arquetipo representado es esta carta alude a la completez del ser, al perfecto y definitivo reencuentro de la humana persona con su maestro interno. Así la pareja infantil o adulta utilizada para esta representación, siendo su diseñador fiel a sus significados más profundos, debe mostrar una comunión total y perfecta tal como sucede en el Tarot Egipcio de Iglesias Janeiro que presenta un príncipe y una princesa asidos de la mano, de manera que los dos como pareja son tomados como una unidad especial.
La escena en la que juegan o danzan los infantes, se desenvuelve en un lugar rodeado de un muro que señala la demarcación de un espacio terrenal, creándose de esta manera un jardín sagrado, delimitado mediante un círculo de guirnaldas, protegido y bañado por la divinidad solar. Este huerto o santuario del corazón se distingue marcadamente de otros lugares pues allí la vida transcurre sencilla, con una simplicidad original, pero armoniosa y triunfante. La naturaleza de esta condición mostrada por la vida natural, fresca, nueva, primordial y joven es señalada por el Maestro de Maestro de Galilea cuando decía: «En verdad les digo que el que no reciba el Reino de Dios como niño no entrará en él».
En este décimo noveno arcano se muestra el lugar y el momento en el cual el adepto ha arribado a un nivel de muy alta iniciación, donde definitivamente ha despertado y por tanto ha encontrado la antorcha o inspiradora luz que nunca se apaga. A partir de esta iniciación adquiere la vestidura de un fulgurante maestro totalmente consagrado y calificado, con sus momentos mágicos de dicha espiritual mientras realiza su trabajo con tesón y sacrificio, manteniendo una sintonía total con la vida libre, plena, simple y alegre, espiritualmente alumbrada por su Sol interior. Se ha producido un trascendental encuentro, una augusta reunión pues ha resurgido el niño de oro en el hombre en presencia del resplandeciente Sol. Se ha unido el alma humana con su alma divina, que muchos esoteristas llaman las almas gemelas, al traspasar la puerta del sol que une, según la tradición egipcia, lo manifestado con lo no manifestado. Ha recibido un triunfo merecido, por eso porta valientemente, a partir de este momento, el estandarte de Luz y Vida, Iluminación y Regeneración que le permite proseguir el camino que ha sabido escoger con serena humildad, plena libertad y redoblada voluntad.
En resumen, se expresa en este arcano el amanecer de una nueva vida celebrando mediante la danza o el juego sencillo, el enamoramiento de los gemelos quienes ya han comenzado a formar como niños lo realmente nuevo y espiritual del renacer humano.
Palabra síntesis: El Despertar
Arquetipos: Resplandeciente Sol
Otras Ideas Asociadas: Augusto encuentro entre el alma humana y el alma divina
Significado esotérico: Ascenso al alto nivel del Maestro. Se libera de las individuales limitantes y particulares circunstancias que normalmente esclavizan a la mayoría de los hombres. Corresponde al ennoblecimiento de la materia prima utilizada en la Magna Obra.
De tomar en consideración: Es necesario cuidarse de un exaltado idealismo que propenda a acometer proyectos irrealizables, imprácticos o sin factibilidad. De igual forma, debe cuidarse de la vanidad y la frivolidad que ciega al caminante en momentos cuando le sonríe el éxito y la fama.
Lectura o predicción: Presagia felicidad, éxitos profesionales, personales y sociales; satisfacción, relaciones favorables, logros positivos. Señala luz y comprensión, claridad de juicio, caminos despejados, situaciones, acuerdos y circunstancias ventajosas. Es una de las cartas más afortunadas y promisoria. Anuncia paz, buena fortuna, dicha, armonía, vigorosa salud y bienestar personal. Apunta a estados de seguridad y confianza. Asimismo, promete momentos duraderos de fama, celebridad, honores, renombre y brillo en el área o campo desarrollado. El ingenio, la creatividad y la inteligencia se presentan como dones otorgados desde lo alto y por tanto deben ser bien aprovechados y difundidos a sus semejantes de la misma forma como el pan y los peces fueron multiplicados por el Divino Maestro de Galilea.
Axioma trascendente: "Toma el escudo de tu fe y avanza con paso decidido, ya sea en favor del viento o contra todos los vientos".
Dios Egipcio: Ra, el Sol divino del mediodía.
Letra Hebrea correspondiente: Letra KOF, arma afilada, la luz la Tierra iluminada,INSPIRACIÓN
El resplandor de su Sol o chispa divina produce un acontecimiento de tal naturaleza en la vida del adepto, en su corazón y en su mente, que para él es como si se abriera un portal, un valle, un jardín o un lugar separado, sagrado y mágico, lejos de la desordenada casa, en el que sin embargo participa de lo terrestre y de lo celeste. Dicha llama o sol resplandeciente, se presenta en forma de una danza o elevado intercambio semejante al de dos seres tan evolucionados que son simbolizados, en las cartas del tarot, por dos niños muy afines, semidesnudos, agarrados de las manos y jugando o danzando acompasados por una melodía cósmica. Los dos niños descriptos, mostrados en algunas cartas con diferente sexo y en otras como varones, reciben, conjuntamente con la irradiación solar, una lluvia de oro por lo cual bien pueden ser relacionados con los arquetípicos hermanos Castor y Pólux, posicionados en la constelación de Géminis, es decir, con el mito de los eternos gemelos. Cástor era originalmente de origen mortal mientras Pólux era hijo del dios Zeus. La importancia de la destacada presencia de los dioses mellizos en la mayoría de las mitologías y cosmogonías de casi todas las civilizaciones, permite avizorar parcialmente uno de los significados que yace escondido en el décimo noveno arcano del tarot. Cabe recordar que en Egipto se reverenciaba a los gemelos primordiales Shu y Tefnut, hijos de Ra, quienes bajo la forma de un león y una leona custodiaban el horizonte al occidente y al oriente. En Tebas los héroes mellizos eran Anfión y Zeto, mientras en el panteón romano se encuentran Rómulo y Remo y los Asvins fueron los gemelos de los vedas. Por su parte, en el libro sagrado de los mayas, conocido como Popol-Vuh, se refiere a los hijos gemelos de Sabná, padre de todos los dioses, quienes tuvieron que bajar hasta Xilán para crear al hombre con diferentes materiales. En todos estos casos es evidente que de una forma o de otra los dioses gemelos se presentan majestuosos participando de manera determinante en el drama humano. Por tanto, no es de extrañar que dominen la iconografía de esta carta al mostrarse no sólo como dos mellizos cumpliendo cada quien su rol protagónico sino en un enlace o connubio de naturaleza primordial y cósmica tal que el autor de este trabajo ha querido acentuar lo más adecuadamente al asignarle el título de “La reunión de los gemelos”
De igual forma, la metáfora, explicita en este arcano, de los niños gemelos refiere a las bodas alquímicas, así como a la reconciliación de dos eternos combatientes. Ejemplifica el encuentro definitivo entre los opuestos que unen sinérgicamente sus condiciones originales para formar un dipolo armonioso, es decir, dos fuerzas de signo o polaridad contraria que, no obstante haber mantenido todos sus atributos, permanecen unidos como lo están los polos en una dinamo o en un imán. Allí funcionan indisolublemente juntos como dos niños alegres, disfrutando bajo el manto del sol el enamoramiento con la vida y la refulgencia del espíritu, por tanto, profundamente hermanados, necesitado uno del otro, inseparables, contentos y felices tal como los muestran numerosas cartas del tarot marsellés, el de Paul Christian, el Misterioso Tarot Egipcio de Novosibirsk, el del Conde de Gebelin y muchos otros.
Los gemelos se fusionan en el Tarot de Rider - Waite al mostrarnos solamente a un niño alegre con un estandarte rojo montando un brioso caballo blanco. En este sentido, Vázquez Jiménez (2000) le atribuye a Waite el haber recurrido, para este arcano décimo noveno, a la representación nórdica y céltica del dios Heimdal, dios de la luz, que también es ilustrado en su iconografía por un portentoso joven montado a caballo. No es gratuita o alegre esta fusión presentada en el tarot Rider porque Waite era un avezado Maestro que sabía que el arquetipo representado es esta carta alude a la completez del ser, al perfecto y definitivo reencuentro de la humana persona con su maestro interno. Así la pareja infantil o adulta utilizada para esta representación, siendo su diseñador fiel a sus significados más profundos, debe mostrar una comunión total y perfecta tal como sucede en el Tarot Egipcio de Iglesias Janeiro que presenta un príncipe y una princesa asidos de la mano, de manera que los dos como pareja son tomados como una unidad especial.
La escena en la que juegan o danzan los infantes, se desenvuelve en un lugar rodeado de un muro que señala la demarcación de un espacio terrenal, creándose de esta manera un jardín sagrado, delimitado mediante un círculo de guirnaldas, protegido y bañado por la divinidad solar. Este huerto o santuario del corazón se distingue marcadamente de otros lugares pues allí la vida transcurre sencilla, con una simplicidad original, pero armoniosa y triunfante. La naturaleza de esta condición mostrada por la vida natural, fresca, nueva, primordial y joven es señalada por el Maestro de Maestro de Galilea cuando decía: «En verdad les digo que el que no reciba el Reino de Dios como niño no entrará en él».
En este décimo noveno arcano se muestra el lugar y el momento en el cual el adepto ha arribado a un nivel de muy alta iniciación, donde definitivamente ha despertado y por tanto ha encontrado la antorcha o inspiradora luz que nunca se apaga. A partir de esta iniciación adquiere la vestidura de un fulgurante maestro totalmente consagrado y calificado, con sus momentos mágicos de dicha espiritual mientras realiza su trabajo con tesón y sacrificio, manteniendo una sintonía total con la vida libre, plena, simple y alegre, espiritualmente alumbrada por su Sol interior. Se ha producido un trascendental encuentro, una augusta reunión pues ha resurgido el niño de oro en el hombre en presencia del resplandeciente Sol. Se ha unido el alma humana con su alma divina, que muchos esoteristas llaman las almas gemelas, al traspasar la puerta del sol que une, según la tradición egipcia, lo manifestado con lo no manifestado. Ha recibido un triunfo merecido, por eso porta valientemente, a partir de este momento, el estandarte de Luz y Vida, Iluminación y Regeneración que le permite proseguir el camino que ha sabido escoger con serena humildad, plena libertad y redoblada voluntad.
En resumen, se expresa en este arcano el amanecer de una nueva vida celebrando mediante la danza o el juego sencillo, el enamoramiento de los gemelos quienes ya han comenzado a formar como niños lo realmente nuevo y espiritual del renacer humano.
Palabra síntesis: El Despertar
Arquetipos: Resplandeciente Sol
Otras Ideas Asociadas: Augusto encuentro entre el alma humana y el alma divina
Significado esotérico: Ascenso al alto nivel del Maestro. Se libera de las individuales limitantes y particulares circunstancias que normalmente esclavizan a la mayoría de los hombres. Corresponde al ennoblecimiento de la materia prima utilizada en la Magna Obra.
De tomar en consideración: Es necesario cuidarse de un exaltado idealismo que propenda a acometer proyectos irrealizables, imprácticos o sin factibilidad. De igual forma, debe cuidarse de la vanidad y la frivolidad que ciega al caminante en momentos cuando le sonríe el éxito y la fama.
Lectura o predicción: Presagia felicidad, éxitos profesionales, personales y sociales; satisfacción, relaciones favorables, logros positivos. Señala luz y comprensión, claridad de juicio, caminos despejados, situaciones, acuerdos y circunstancias ventajosas. Es una de las cartas más afortunadas y promisoria. Anuncia paz, buena fortuna, dicha, armonía, vigorosa salud y bienestar personal. Apunta a estados de seguridad y confianza. Asimismo, promete momentos duraderos de fama, celebridad, honores, renombre y brillo en el área o campo desarrollado. El ingenio, la creatividad y la inteligencia se presentan como dones otorgados desde lo alto y por tanto deben ser bien aprovechados y difundidos a sus semejantes de la misma forma como el pan y los peces fueron multiplicados por el Divino Maestro de Galilea.
Axioma trascendente: "Toma el escudo de tu fe y avanza con paso decidido, ya sea en favor del viento o contra todos los vientos".
Dios Egipcio: Ra, el Sol divino del mediodía.
Letra Hebrea correspondiente: Letra KOF, arma afilada, la luz la Tierra iluminada,INSPIRACIÓN
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