
ARCANA DE LA SABIDURÍA EGIPCIA
Por M. Sc. Domingo R. Villarreal
ARCANO XVII
LA ESTRELLA, LA ESPERANZA O LA HIJA DEL CIELO Y DE LA TIERRA
El adepto traspasa un nuevo umbral. Esta vez, le corresponde incorporar sus pasos y su destino a la ley cósmica, dejando definitivamente atrás la rueda de la fortuna y del retorno mecánico. Ahora pasa a ser guiado por su propia estrella, es decir, pasa a reintegrarse con leyes superiores.
Esta Estrella o Diosa, que nos muestra el arcano decimoséptimo, es Hija del Cielo y de la Tierra, por tanto no le son desconocidos ni los misterios de arriba ni los que se esconden en su superficie. Ella conjuga y enlaza los poderes feroces y salvajes (ver el arcano 11), los sabe templar y combinar, como lo demuestra el arcano 14, además ha sufrido los rigores de la torre, después de enfrentar al guardián del umbral; y, por tanto, conoce los abismos pues ha bajado hasta el averno, como lo ha hecho Istar o Inana, y ha resurgido de allí nuevo, joven y en paz. Nutre, cura y rejuvenece con sus aguas frescas, en cósmico procesos, tanto al abismal lago como a la tierra seca; a esta última la moja, aflojándola para que sea fértil y deje pasar la semilla que necesita amasar. La dama que este arcano nos muestra ha sabido, pues, unir el cielo y la Tierra, la materia y el espíritu. Tiene en sus manos dos grandes cántaros o ánforas con especiales fluidos que le permiten suministrar los bálsamos necesarios para los procesos alquímicos correspondientes al nivel cósmico del adepto.
En este arcano, se observan presentes en el firmamento ocho estrellas. Cabe destacar que existe otra estrella acá abajo, me refiero a la estrella de forma humana, desnuda, arrodillada, vertiendo sus cántaros sobre el mundo terrestre y el acuático, sobre el consciente y el inconsciente, quien humilde y benévolamente hace fluir las aguas de la vida que alimentan y transmutan al adepto. Con su néctar y ambrosía le hace llevadero su destino, mientras que con la otra ánfora de Nepenther le da consuelo a su miseria y penalidades. Como una estrella terrestre y una creadora de cosmos, o cosmocreadora, ayuda a la humanidad del iniciado a lograr su más excelsa condición. Como Pandora o Anaisidora (creada a su vez por Hefaistos Prometeos), salida del lodo de la Tierra, ella ayuda al hombre que se está haciendo, es decir, al adepto a dar un gran salto en la creación de la gran obra. Es un momento en que los mundos se ínterpenetran. La mujer-estrella es un gran complemento y luz que el adepto recibe en su camino; Ella, como Isis sin los siete velos, muestra la verdad desnuda al adepto que ya tiene avistado un destino inmortal, ofreciéndole, al mismo tiempo, la esperanza y las convicciones propias como complemento de la fé, ya que la jornada del adepto adquiere nuevas dimensiones en una octava superior, y para proseguir por estas sendas necesita la guía, el consuelo y la alegría que esta diosa celeste le ofrece en su largo peregrinaje.
La dama que representa al adepto, sea éste mujer u hombre, está moviendo, aireando, en fin, procesando tanto las aguas terrestres (o abismales) como las divinales que le permiten, mediante su paciente decantar, descorrer las cortinas que ocultan los arcanos, al suspenderse en un estado de profunda y tranquila meditación, o aún mejor, en una conexión astral que le permite sumergirse en nuevas dimensiones y mundos que para él eran, rato atrás, desconocidos y ajenos. Se presenta como una dama desnuda, simbolizando el alma al descubierto, exaltada y serena, en perfecta armonía y en contacto rítmico con la sabiduría que viene de arriba y la que se conquista en la Tierra..
Al investigar sobre este arcano, se encuentra que es uno de lo que más eluden su develamiento porque reúne una complejidad de símbolos que atienden a muy diversas tradiciones y fuentes culturales, míticas, esotéricas y artístico - constructivas. Sin embargo, de las miles de representaciones que se conocen de este arcano, se puede señalar que en casi todas aparecen una o más estrellas y dentro de un universo representativo de los más destacados tarots, se encuentra una dama que definitivamente conjuga el poder y la energía celeste con las fuerzas sobre y subterráneas que ella y sólo ella sabe mover con perfección admirable. Son muchos los mitos y panteones que nos hablan de la diosa que renace fulgurante después de haber descendido a las profundidades más tenebrosas y que mantiene un doble linaje terrestre y astral. Así se tiene que en la muy antigua Babilonia se veneraba como la más elevada diosa a Ishtar quien saca a su esposo Tammuz del inframundo. En Egipto, es, en primer lugar, Isis quien se encarga de restituir el cuerpo de Osiris, su consorte, y de gestar al gran dios Horus, convertido en el gran guía de la humanidad. En segundo lugar, se debe señalar a la bella dama del mundo subterráneo o duat, Hator, la diosa del amor, quien representa la vaca sagrada, como expresión de la madre nutricia, dadora del alimento o energía pránica invisible, plena de abundancia, alegría y riqueza para sus hijos quien, al mismo tiempo, es oferente de guirnaldas, gozos, sensualidad y placer. Por su parte, en Grecia, Rhea es considerada madre de los dioses, Metros Theon, Magna Mater o Madre Suprema, fue esposa de Cronos, Reina de los dioses titanes y madre del primer y más grande dios del Olimpo, Zeus. Esta diosa helénica, Señora de las energías fluidas, Rhea, comparte estas funciones con la diosa Afrodita, quien reunía las fuerzas fecundantes, mantenedoras, sensuales y protectoras, asociadas con el eterno femenino en los panteones nombrados. De igual manera, los romanos tenían a Ops u Opis como la gran diosa madre, esposa de Saturno, dadora de prosperidad, magnificencia, riquezas y bienestar Su nombre está relacionado con la palabra latina Opus que significa Obra (recuérdese la Magna Obra a que está avocado todo iniciado) y la palabra sánscrita apnas que significa bienes. En el caso de los cristianos gnósticos, estas funciones las reúne fielmente la Divina Sophia, así venerada, desde tiempos anteriores al gran Maestro Basilio Valentín (s. II). Pistis Sophia, como símbolo del alma humana, es rescatada de las regiones inferiores a la que la tenían sometida los Arcontes o regidores de la Ley para alcanzar las moradas más excelsas junto al Divino Jesús. Entonces, en atención a lo que expresan las ideas arquetípicas de las divinidades anteriormente señaladas, diremos que el arcano decimoséptimo refiere a la estrella humana rescatada del averno, llena de esperanza por el destino celeste que ha venido conquistando por voluntad propia y especialmente por la ayuda superior..
La estrella está allí, dispuesta a cumplir su glorioso propósito de guiar al adepto, de señalarle su trayectoria celeste y de nutrir y satisfacer todas sus necesidades. El momento es oportuno, lleno de esperanza y consolación, pues este infatigable caminante viene de los inframundos y como Dante, en semejante peregrinar, lo primero que ve es la estrella que marca un feliz cambio de rumbo. Esta estrella, diosa o virgen está allí para mostrarle, al adepto, que él necesita despojarse de todo lo que aún le queda; asimismo, de ponerse en sintonía, con humildad y serenidad, con las distintas esferas, espacios y energías.
Siempre cabe preguntarse sobre el por qué de dos aguas en dos jarras, así como la razón de verterlas en lugares distintos, el lago y la tierra. Mucho del significado de este arcano yace precisamente en estos hechos. Las respuestas siempre llevarán el signo de ensayos o aproximaciones y precisamente sobre esta premisa lo intentaremos en toda ocasión. Uno de los jarros, asido por la mano derecha de la mujer, contiene substancias o fluidos celestes, propios del espíritu, venidos y marcados por las estrellas. El otro néctar, que parece gestarse propiamente en la joven dama, reúne la otra mitad necesaria para el hombre, del agua que, renovándose en el eterno femenino, se mantiene fresca, con la energía de los elementos terrestres, con su belleza y sensualidad que calma la sed del caminante. Definitivamente, uno es signado por la Tierra, y sus cuatro elementos; el otro, alimentado por los influjos mágicos de las estrellas. Son las dos mitades que necesitan reunirse para hacer al verdadero hombre. Así reúne la ayuda de los astros que complementan su obra hecha a fuerza de voluntad y bajo su libre albedrío, pudiéndose salir incluso del curso o trayecto que su Primer Creador le había señalado. En otro orden de ideas, al tratar de responder a la segunda interrogante, se tiene que el lago, presente en las ilustraciones, se refiere al acuífero que viniendo del abismo aún clama, en su vacuidad, por las aguas de la divina fuente. Por su parte, la tierra que recibe el agua refrescante, como verdadero néctar de vida en el desierto, vertida por la consoladora joven, es el lugar, cruz o cuerpo donde florece la Rosa que aligera y renueva al peregrino en su hercúlea jornada.
Esta Estrella o Diosa, que nos muestra el arcano decimoséptimo, es Hija del Cielo y de la Tierra, por tanto no le son desconocidos ni los misterios de arriba ni los que se esconden en su superficie. Ella conjuga y enlaza los poderes feroces y salvajes (ver el arcano 11), los sabe templar y combinar, como lo demuestra el arcano 14, además ha sufrido los rigores de la torre, después de enfrentar al guardián del umbral; y, por tanto, conoce los abismos pues ha bajado hasta el averno, como lo ha hecho Istar o Inana, y ha resurgido de allí nuevo, joven y en paz. Nutre, cura y rejuvenece con sus aguas frescas, en cósmico procesos, tanto al abismal lago como a la tierra seca; a esta última la moja, aflojándola para que sea fértil y deje pasar la semilla que necesita amasar. La dama que este arcano nos muestra ha sabido, pues, unir el cielo y la Tierra, la materia y el espíritu. Tiene en sus manos dos grandes cántaros o ánforas con especiales fluidos que le permiten suministrar los bálsamos necesarios para los procesos alquímicos correspondientes al nivel cósmico del adepto.
En este arcano, se observan presentes en el firmamento ocho estrellas. Cabe destacar que existe otra estrella acá abajo, me refiero a la estrella de forma humana, desnuda, arrodillada, vertiendo sus cántaros sobre el mundo terrestre y el acuático, sobre el consciente y el inconsciente, quien humilde y benévolamente hace fluir las aguas de la vida que alimentan y transmutan al adepto. Con su néctar y ambrosía le hace llevadero su destino, mientras que con la otra ánfora de Nepenther le da consuelo a su miseria y penalidades. Como una estrella terrestre y una creadora de cosmos, o cosmocreadora, ayuda a la humanidad del iniciado a lograr su más excelsa condición. Como Pandora o Anaisidora (creada a su vez por Hefaistos Prometeos), salida del lodo de la Tierra, ella ayuda al hombre que se está haciendo, es decir, al adepto a dar un gran salto en la creación de la gran obra. Es un momento en que los mundos se ínterpenetran. La mujer-estrella es un gran complemento y luz que el adepto recibe en su camino; Ella, como Isis sin los siete velos, muestra la verdad desnuda al adepto que ya tiene avistado un destino inmortal, ofreciéndole, al mismo tiempo, la esperanza y las convicciones propias como complemento de la fé, ya que la jornada del adepto adquiere nuevas dimensiones en una octava superior, y para proseguir por estas sendas necesita la guía, el consuelo y la alegría que esta diosa celeste le ofrece en su largo peregrinaje.
La dama que representa al adepto, sea éste mujer u hombre, está moviendo, aireando, en fin, procesando tanto las aguas terrestres (o abismales) como las divinales que le permiten, mediante su paciente decantar, descorrer las cortinas que ocultan los arcanos, al suspenderse en un estado de profunda y tranquila meditación, o aún mejor, en una conexión astral que le permite sumergirse en nuevas dimensiones y mundos que para él eran, rato atrás, desconocidos y ajenos. Se presenta como una dama desnuda, simbolizando el alma al descubierto, exaltada y serena, en perfecta armonía y en contacto rítmico con la sabiduría que viene de arriba y la que se conquista en la Tierra..
Al investigar sobre este arcano, se encuentra que es uno de lo que más eluden su develamiento porque reúne una complejidad de símbolos que atienden a muy diversas tradiciones y fuentes culturales, míticas, esotéricas y artístico - constructivas. Sin embargo, de las miles de representaciones que se conocen de este arcano, se puede señalar que en casi todas aparecen una o más estrellas y dentro de un universo representativo de los más destacados tarots, se encuentra una dama que definitivamente conjuga el poder y la energía celeste con las fuerzas sobre y subterráneas que ella y sólo ella sabe mover con perfección admirable. Son muchos los mitos y panteones que nos hablan de la diosa que renace fulgurante después de haber descendido a las profundidades más tenebrosas y que mantiene un doble linaje terrestre y astral. Así se tiene que en la muy antigua Babilonia se veneraba como la más elevada diosa a Ishtar quien saca a su esposo Tammuz del inframundo. En Egipto, es, en primer lugar, Isis quien se encarga de restituir el cuerpo de Osiris, su consorte, y de gestar al gran dios Horus, convertido en el gran guía de la humanidad. En segundo lugar, se debe señalar a la bella dama del mundo subterráneo o duat, Hator, la diosa del amor, quien representa la vaca sagrada, como expresión de la madre nutricia, dadora del alimento o energía pránica invisible, plena de abundancia, alegría y riqueza para sus hijos quien, al mismo tiempo, es oferente de guirnaldas, gozos, sensualidad y placer. Por su parte, en Grecia, Rhea es considerada madre de los dioses, Metros Theon, Magna Mater o Madre Suprema, fue esposa de Cronos, Reina de los dioses titanes y madre del primer y más grande dios del Olimpo, Zeus. Esta diosa helénica, Señora de las energías fluidas, Rhea, comparte estas funciones con la diosa Afrodita, quien reunía las fuerzas fecundantes, mantenedoras, sensuales y protectoras, asociadas con el eterno femenino en los panteones nombrados. De igual manera, los romanos tenían a Ops u Opis como la gran diosa madre, esposa de Saturno, dadora de prosperidad, magnificencia, riquezas y bienestar Su nombre está relacionado con la palabra latina Opus que significa Obra (recuérdese la Magna Obra a que está avocado todo iniciado) y la palabra sánscrita apnas que significa bienes. En el caso de los cristianos gnósticos, estas funciones las reúne fielmente la Divina Sophia, así venerada, desde tiempos anteriores al gran Maestro Basilio Valentín (s. II). Pistis Sophia, como símbolo del alma humana, es rescatada de las regiones inferiores a la que la tenían sometida los Arcontes o regidores de la Ley para alcanzar las moradas más excelsas junto al Divino Jesús. Entonces, en atención a lo que expresan las ideas arquetípicas de las divinidades anteriormente señaladas, diremos que el arcano decimoséptimo refiere a la estrella humana rescatada del averno, llena de esperanza por el destino celeste que ha venido conquistando por voluntad propia y especialmente por la ayuda superior..
La estrella está allí, dispuesta a cumplir su glorioso propósito de guiar al adepto, de señalarle su trayectoria celeste y de nutrir y satisfacer todas sus necesidades. El momento es oportuno, lleno de esperanza y consolación, pues este infatigable caminante viene de los inframundos y como Dante, en semejante peregrinar, lo primero que ve es la estrella que marca un feliz cambio de rumbo. Esta estrella, diosa o virgen está allí para mostrarle, al adepto, que él necesita despojarse de todo lo que aún le queda; asimismo, de ponerse en sintonía, con humildad y serenidad, con las distintas esferas, espacios y energías.
Siempre cabe preguntarse sobre el por qué de dos aguas en dos jarras, así como la razón de verterlas en lugares distintos, el lago y la tierra. Mucho del significado de este arcano yace precisamente en estos hechos. Las respuestas siempre llevarán el signo de ensayos o aproximaciones y precisamente sobre esta premisa lo intentaremos en toda ocasión. Uno de los jarros, asido por la mano derecha de la mujer, contiene substancias o fluidos celestes, propios del espíritu, venidos y marcados por las estrellas. El otro néctar, que parece gestarse propiamente en la joven dama, reúne la otra mitad necesaria para el hombre, del agua que, renovándose en el eterno femenino, se mantiene fresca, con la energía de los elementos terrestres, con su belleza y sensualidad que calma la sed del caminante. Definitivamente, uno es signado por la Tierra, y sus cuatro elementos; el otro, alimentado por los influjos mágicos de las estrellas. Son las dos mitades que necesitan reunirse para hacer al verdadero hombre. Así reúne la ayuda de los astros que complementan su obra hecha a fuerza de voluntad y bajo su libre albedrío, pudiéndose salir incluso del curso o trayecto que su Primer Creador le había señalado. En otro orden de ideas, al tratar de responder a la segunda interrogante, se tiene que el lago, presente en las ilustraciones, se refiere al acuífero que viniendo del abismo aún clama, en su vacuidad, por las aguas de la divina fuente. Por su parte, la tierra que recibe el agua refrescante, como verdadero néctar de vida en el desierto, vertida por la consoladora joven, es el lugar, cruz o cuerpo donde florece la Rosa que aligera y renueva al peregrino en su hercúlea jornada.
Palabra(s) síntesis: Eterno Femenino
Arquetipos: Aguas para calmar la sed. Fuentes nutricias. Estrella-madre-amante–guía. Camino celeste.
Otras Ideas Asociadas: Esperanza, fe, inspiración. Conocimiento de las leyes naturales; integración profunda con los mandatos naturales y divinos. Renovación total. Meditación.
Significado esotérico: El adepto recibe una determinante y clara ayuda espiritual; manifestada en permanentes intuiciones, sueños, revelaciones, meditaciones y otras formas de comunicaciones con su maestro interno, además de recibir las enseñanzas provenientes de sus más elevados guías.
De tomar en consideración: Cada cosa debe estar en su justo lugar; por tanto, el estudiante de la sabiduría hermética no debe confundirse con falsas estrellas o guías, ni con desviadas enseñanzas pues siempre tendrá una estrella mayor y siete acompañantes menores que le alumbrarán su camino, manteniéndolo firme, alejado de toda duda, confusión o desazón. Confíe y utilice siempre las vías de desarrollo interior para tratar de alcanzar la autognosis: concentración, meditación, intuición, inspiración, contemplación, vocalización, asanas y runas, análisis de sueños, viajes astrales y otras.
Lectura o predicción: Este arcano augura tiempos de trascendentes cambios marcadamente positivos y de brillantes oportunidades. Es signo de coraje, esperanza, creatividad, genialidad e inspiración para cualquier empresa. Comunica oculta protección, precogniciones y acertada intuición. Expresa el poder y la fuerza de la fe iluminadora.
Axioma trascendente: "Unos hombres piden señales para creer, y otros piden sabiduría para obrar; mas el corazón esperanzado lo tiene todo en su esperanza "
Letra Hebrea correspondiente: Letra Phe
Diosa Egipcia: Hator
Arquetipos: Aguas para calmar la sed. Fuentes nutricias. Estrella-madre-amante–guía. Camino celeste.
Otras Ideas Asociadas: Esperanza, fe, inspiración. Conocimiento de las leyes naturales; integración profunda con los mandatos naturales y divinos. Renovación total. Meditación.
Significado esotérico: El adepto recibe una determinante y clara ayuda espiritual; manifestada en permanentes intuiciones, sueños, revelaciones, meditaciones y otras formas de comunicaciones con su maestro interno, además de recibir las enseñanzas provenientes de sus más elevados guías.
De tomar en consideración: Cada cosa debe estar en su justo lugar; por tanto, el estudiante de la sabiduría hermética no debe confundirse con falsas estrellas o guías, ni con desviadas enseñanzas pues siempre tendrá una estrella mayor y siete acompañantes menores que le alumbrarán su camino, manteniéndolo firme, alejado de toda duda, confusión o desazón. Confíe y utilice siempre las vías de desarrollo interior para tratar de alcanzar la autognosis: concentración, meditación, intuición, inspiración, contemplación, vocalización, asanas y runas, análisis de sueños, viajes astrales y otras.
Lectura o predicción: Este arcano augura tiempos de trascendentes cambios marcadamente positivos y de brillantes oportunidades. Es signo de coraje, esperanza, creatividad, genialidad e inspiración para cualquier empresa. Comunica oculta protección, precogniciones y acertada intuición. Expresa el poder y la fuerza de la fe iluminadora.
Axioma trascendente: "Unos hombres piden señales para creer, y otros piden sabiduría para obrar; mas el corazón esperanzado lo tiene todo en su esperanza "
Letra Hebrea correspondiente: Letra Phe
Diosa Egipcia: Hator
2 comentarios:
excelente, de las mejores interpretaciones encontradas, ojala y el autor publicara sus datos para ver si posee mayor información
me siento interpretada....gracias maestro de mi alma
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